La sociedad salvadoreña está dominada por minorías tanto a nivel de poder político, de poder económico y poder social, aunque decir esto no es ninguna novedad, ya que toda sociedad está dominada por minorías. Sin embargo, también es necesario que la mayoría se entere que está dominada por una minoría que rara vez domina para generar equidad, justicia, libertad; sino para imponerse sobre el resto y tomar la parte más grande del “pastel político” y los beneficios materiales que eso conlleva. Las minorías políticas, evidentemente están constituidas por las cúpulas de los partidos políticos, los que ocupan los poderes del estado: ejecutivo, legislativo y judicial; mientras las minorías económicas estarían conformada por el capital, pero especialmente el gran capital. En una sociedad con rasgos democráticos las minorías políticas compiten por obtener el derecho a la representación en los espacios que tiene el estado para aquellos ciudadanos que se meten a la competencia política, especialmente electoral. Las minorías económicas generalmente ascienden a esa posición debido a herencias patrimoniales o por haber logrado ser parte de la minoría política y desde ahí hacer negocios “buenos negocios” a partir del control del estado. Aunque hay que mencionar que es posible que algunos individuos que están en la minoría económica han llegado hasta ahí debido a su propio esfuerzo y habilidad empresarial. El poder social es el que se disemina en las colonias y barrios, en las calles y plazas públicas, en las relaciones entre los ciudadanos. En ese entorno hay grupos que controlan, que establecen reglas y obligan al resto a que se cumplan so pena de ser violentados físicamente o en el peor de los casos asesinados.
Con respecto a las minorías políticas podemos afirmar que después de los Acuerdos de Paz en 1992 apostábamos que El Salvador se enrumbaba a una sociedad democrática. Sería un país en el cual habría lucha política entre las minorías; pero la ciudadanía elegiría a sus gobernantes a través de procesos electorales competitivos. Podría ganar la derecha o la izquierda. Evidentemente como la historia nos lo relata la derecha se mantuvo en el poder por largo rato. El partido ARENA se mantuvo en el poder veinte años desde 1989 hasta 2009. La minoría neoliberal o mercantilista impulsó un programa que estuvo marcado entre otros rasgos por los siguientes: por la profundización de las privatizaciones, la dolarización de la economía, los impuestos regresivos, escasas políticas sociales. Ahora bien en la era neoliberal también se cumplieron los Acuerdos de Paz, ingresó la izquierda a la competencia electoral y tuvo un paulatino crecimiento hasta llegar al gobierno en 2009. Los Acuerdos de paz pueden ser considerados como el punto de partida para la refundación de la república ¿De qué tipo? ¿República democrática? Es sencillo responder que tipo de república fue este país antes de los Acuerdos de Paz. No es tan fácil determinar qué tipo de república es hoy en día. Unos afirman que es un estado de derecho, otros que una república democrática. ¿Podría ser una república fallida?
La democracia y la república como diría Max Weber son tipos ideales. Por tanto, podríamos afirmar que El Salvador está bastante lejos de esos tipos ideales, pero es una república en la medida que es un gobierno sin rey, regido por la división de poderes. Obviamente, para algunos no hay tal división de poderes, pues se argumenta que el poder judicial, especialmente la sala de lo constitucional responde a los intereses de la derecha. No comparto esa opinión, la división de poderes se refiere fundamentalmente a que el poder judicial no sea apéndice del legislativo o del ejecutivo. En el pasado no existía esa independencia. A lo largo del siglo XX, el poder ejecutivo era el realmente existente en el país, el legislativo y el judicial estaban subordinados al ejecutivo. ¿Cuando comienza a mostrar fisuras esa hegemonía del ejecutivo? A partir de 1964. Ese año es clave en el país porque también se funda la oposición en el poder legislativo. Sucede que previó a ese momento todos los diputados son oficialistas, por tanto es falso que en un régimen con tal rasgo pueda haber parlamento, donde se exprese la oposición. Desde 1964, aunque el ejecutivo sigue siendo hegemónico, al menos la oposición puede plantear sus puntos de vista, desacuerdos con el poder hegemónico en el seno de la asamblea legislativa. En el presente, está suficientemente demostrado que el poder judicial no es apéndice del ejecutivo. Eso provoca un trauma en las fuerzas políticas partidarias por lo que a nivel de propaganda política se dice frecuentemente que la sala de lo constitucional de la corte suprema de justicia se ha vendido a la derecha, que responde a los poderes fácticos ¿Cómo demostrar eso? No es fácil, pero si es fácil demostrar que no responde al poder ejecutivo. Por tanto, hay una división de poderes que evita que el poder se concentre en el Presidente. La minoría política en el presente está obligada a dialogar más. Es mejor tener esta minoría política que la que teníamos entre 1964 y 2009. Aunque algunos consideren que uno de los poderes del estado no es independiente y responde a un poder fáctico. En realidad, el entorno obliga a las minorías a más diálogo para responder a las necesidades de las mayorías o serán sustituidas en las mieles del poder.
En este punto entra en escena la minoría que ostenta el poder económico que se le considera generalmente como un poder fáctico. ¿Hay una división de poderes en el sentido de la relación entre los poderes formales con el poder fáctico? Precisamente una de las fracturas que se ocasionan con la transición hacia los gobiernos del FMLN es que se rompe ese poder monolítico que existía anteriormente. Durante la era neoliberal o neo-mercantilista (1989-2009) el gran capital que es el poder fáctico por antonomasia tenía a su instrumento político ARENA, controlando el ejecutivo, el legislativo y por medio de estos el judicial. Había una compactación y un solo bloque político que dominaba totalmente la vida política y económica de El Salvador. No obstante, la izquierda crecía en sus cuotas de poder hasta el momento en que en el poder legislativo tuvo suficientes diputados para oponerse y bloquear algunos proyectos de la derecha. Con la llegada de la izquierda al poder legislativo, a pesar que no puede detener las políticas neoliberales, al menos hace uso, por un lado del parlamentarismo para rechazar las medidas del ejecutivo y por otro lado incide en el movimiento social para que este lleve a cabo protestas de calle contra las políticas fiscales y económicas de la derecha que está en el poder.
Lo interesante es que en la república salvadoreña, a partir de 2009 el gran capital como poder fáctico ya no existe, tiene un instrumento político, pero ese instrumento no controla el ejecutivo, aunque controla parcialmente el legislativo y no está demostrado que controle al judicial. Es un poder económico, pero no fáctico, a menos que el gobierno del presidente Sánchez Cerén “le haga los mandados”. Como sucedía en la era neoliberal cuando el ejecutivo era una sucursal del gran capital.
Actualmente en El Salvador los grandes poderes fácticos se derrumbaron, no estamos diciendo que desaparecieron, pero los poderes formales: ejecutivo, legislativo y judicial no son la caja de resonancia del poder económico. Empero desde la firma de los Acuerdos de Paz fueron creciendo nuevos poderes fácticos y pervivieron otros que no controlan el Estado, pero controlan a la sociedad o le imponen su voluntad. Cuando se menciona a los poderes fácticos se enumera: los banqueros, la oligarquía, la iglesia, las centrales sindicales, los medios de comunicación masivos y en el caso de El Salvador, las pandillas también se constituyen como un poder fáctico importante.
En principio El Salvador es una democracia, ya que el gobierno que tenemos ha sido electo por la ciudadanía o por el pueblo. Pero eso solo es el principio de la democracia, sino se avanza desde ahí, la democracia se vuelve de baja intensidad. Los militares gobernaron por décadas, eran una minoría que se había apropiado del gobierno, lo mantuvieron seis décadas. Los terratenientes cafetaleros eran otra minoría que se impuso a la mayoría sin pedirle su autorización para gobernar. Estos últimos fueron un poder fáctico, mientras los militares eran un poder formal. Pero ambos grupos eran minorías dominantes y anti democráticas.
La minoría que gobierna actualmente se ha ganado el derecho a la representación mediante procesos electorales. Aunque en muchos casos no gobiernan con transparencia por lo tanto esta es una minoría que le cuesta entender el ejercicio del poder en democracia, más bien están anclados en las prácticas de la época autoritaria y de poca transparencia.
La mayoría le entrega el poder a una minoría para que la gobierne ¿Cómo gobernará esa minoría? Eso depende de cuánto se interese la mayoría de los salvadoreños organizados de monitorear y vigilar que la minoría no tienda al despotismo, al sigilo, a la discrecionalidad en el ejercicio del poder. Si la mayoría vive del entretenimiento, del show político, la minoría tendrá más facilidades para concentrar el poder y gobernar sin dar cuenta, sin ser transparente; pero si la mayoría o la minoría organizada que no está en el ejercicio del poder observa constantemente como está gobernando la minoría en el poder, entonces está tendrá mucho más cuidado de no llevar a cabo un ejercicio del poder de forma autoritaria o discrecional.
Pero en la república salvadoreña hay otras minorías dominantes. En el poder social, la minoría pandilleril tiene un alto poder. Es algo peculiar porque generalmente las minorías dominantes son las que tiene poder económico, y por tanto son un poder fáctico, las minorías políticas porque han sido electas por la mayoría; pero en el caso de este país las minorías pandilleriles tienen un alto poder de dominio. Aún son minorías, pero no sabemos si crecen, si han disminuido en los últimos años. Según una noticia de un periódico, en 2013 un 3.75 % de la población salvadoreña estaba relacionada con las pandillas. Esta sería la minoría dominante más grande del país. Es diferente de la minoría que ostenta el poder económico, precisamente porque no tienen un caudal económico al nivel del gran capital, y del poder de las minorías políticas porque no tiene el instrumento del estado para ejercer el poder, pero al estar insertado en el mundo social tienen una capacidad de control que no tiene el poder político, ni el económico.
Ricardo Antonio Argueta Hernández
Profesor de sociología
Escuela de Ciencias Sociales
Universidad de El Salvador