Berta Camprubí, Cauca
Principales sectores agrarios -comunidades indígenas, campesinas y afrocolombianes- se han unido en una Minga Agraria Nacional que buscaba presionar el gobierno colombiano en temas como territorio y minería y que ha causado tres muertes y centenares de heridos.
El día 30 de mayo decenas de miles de miembros de las comunidades rurales colombianas se movilizaban en todo el país en la llamada Minga de Resistencia por la Vida, el Territorio, la Dignidad, la Paz y el Cumplimiento de Acuerdos. Reunidos en la Cumbre Agraria, organización formada por los tres sectores agrarios y algunos colectivos urbanos como Congreso de los Pueblos y Marcha Patriótica, pueblos de hasta 24 de los 33 departamentos colombianos optaron por la acción directa y bloquearon varias carreteras del país. La represión por parte del Escuadrón Móvil de Antidisturbios (ESMAD) fue brutal e inmediata y el tercer día las protestas ya registraban tres comuneros indígenas muertos -dos por herida de bala- más de doscientas heridas y unas cien detenidas. Quince días después del inicio de la Minga algunas vías siguen bloqueadas a pesar de que el departamento más combativo, el Cauca, ya ha desbloqueado la vía panamericana que conecta Colombia con el Ecuador como consecuencia de haber llegado a algunos acuerdos de envergadura nacional y regional con el gobierno de Juan Manuel Santos.
La paralización agraria ha sido más fuerte en algunos departamentos como el Chocó, Norte de Santander, Valle del Cauca y el Cauca y ha tenido apoyo de varios sectores, como el profesorado de escuelas públicas y senadores del Polo Democrático. Para sumar más fuerzas aun, cuando ya hacía una semana que aproximadamente cien vías estaban bloqueadas –de manera intermitente según la represión por parte del ESMAD y la presencia suficiente de comunidad indignada- con el consecuente desabastecimiento de algunas ciudades, el gremio de los camioneros se sumaron a la huelga.
“Hasta que se apague el sol”
La lucha indígena en Colombia tiene un largo recorrido histórico. Desde alzamientos indígenas del siglo XVI hasta la grande Minga Social Indígena de 2008 se ha basado mucha sangre y se han hecho enormes pasos hacia la autodeterminación de los pueblos ancestrales. Pero el avance de la lógica neoliberal y el desarrollo de las relaciones entre organizaciones sociales han llevado a que diferentes colectivos agrarios, preocupados por los mismos problemas sociales y territoriales, hayan apostado por una lógica de poder popular de aspiraciones más amplias. Si bien en 2013 ya se llevó a cabo un paro general agrario de mucha fuerza, este año por primera vez en Colombia representantes de Reservas Campesinas, de comunidades afrocolombianes, de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y otros colectivos urbanos, se han puesto de acuerdo entendiendo que juntas son más fuertes, y han interferido de manera contundente al funcionamiento del país durante dos semanas.
Los principales puntos de la reivindicación; restitución de tierras, participación activa en el proceso de paz, defensa de la vida, de la Madre Tierra y garantías en derechos humanos –fin del paramilitarismo, de la persecución de líderes populares, de las concesiones mineras, del abuso y contaminación del agua etc. Todo ello resumido en una petición: el cumplimiento de acuerdos a los que ya se ha llegado anteriormente y que se han recogido en forma de decretos como el 892 de 1999 que reconoce –pero no decreta- la emergencia social, cultural y económica de la población rural del Cauca. A pesar de algunos colectivos como el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) han tenido ciertas diferencias por no siempre apoyar la acción directa, decidir reivindicar puntos concretos que afectan sólo en su zona y no acatar en ocasiones lo que habían indicado las comunidades, se han podido dibujar líneas generales que apuntan hacia una transformación estructural en beneficio de los sectores populares y se ha podido presionar al Estado a través de la interrupción del tráfico en varios puntos del país y por un tiempo prolongado.
Paradójicamente, el fin de esta movilización a nivel nacional se anunció el pasado día 12 de junio después de haber llegado a nuevos acuerdos abstractos con los ministros de interior y agricultura y representantes del gobierno en una mesa de negociaciones instalada en Santander de Quilichao, Cauca. No sin razón el himno de la Guardia Indígena aclara que “seguiremos luchando hasta que se apague el sol”. Aún así, esta vez se ha insistido en la necesidad de crear mecanismos de evaluación y seguimiento del resultado de los acuerdos con presencia internacional.
Todo pasa por la comunidad
Autoridades indígenas han querido dejar claro que la Minga Agraria no acabará hasta que no se socialicen y sometan a referéndum los acuerdos con las comunidades afectadas. Si las comunidades de los diferentes Resguardos Indígenas no se sienten satisfechas con los acuerdos se planteará volver a la movilización. Elckin Pilcué, coordinador de la esfera educativa del Resguardo Indígena de Corinto, Cauca, asegura que “se está intentando negociar con el Estado colombiano mientras que el principal obstáculo es la lógica neoliberal”. Pone un ejemplo muy claro: “en Santander el ministro nos ha dicho que es imposible que decreten la emergencia social en el Cauca porque Colombia está intentando entrar a la OCDE”. Para entrar a la Organización por la Cooperación y el Desarrollo Económico, también conocida como “El club de los países ricos”, Colombia tiene que cumplir con una serie de requisitos que no contemplan ni de cerca decretar la emergencia social dentro del país.
En algunas zonas rurales del país hay cierto nivel de despolitización pero la conciencia de haber luchado y de saber que seguirán luchando es común. “Aquí ya estamos acostumbrados a la muerte, para conseguir todos los derechos que hoy tenemos se ha derramado mucha sangre”, sentencia un sabedor ancestral del pueblo Nasa, “al menos estos tres compañeros han muerto luchando y no trabajando!”.