Foto: Yanacoas en los Andes y la Amazonía http://www.porlatierra.org
Por Oscar Bazoberry Chali*
La propuesta del Movimiento Regional por la Tierra y el Territorio constituye una provocación para volver a mirar el tema de la tierra desde distintas perspectivas pero con un solo enfoque y objetivo: visualizar los procesos de acceso a la tierra, traer al presente los esfuerzos de mujeres y hombres campesinos, indígenas que producen en el campo, que desafían de manera cotidiana nuestra comprensión de las economías, de las individualidades y de sus organizaciones con sus distintos rostros.
Se trata de sujetos en constante movimiento y cambio permanente. Esa virtud no solo les ha permitido sobrevivir, sino también contribuir, día a día, a sociedades que no han sabido retribuir de manera generosa o al menos equilibrada, a su persistente y cambiante forma de existir.
Si estamos de acuerdo en que la transformación permanente (mutación, movilidad, adaptación), es una de las características principales de los sujetos rurales campesinos indígenas, no nos queda más que reconocer que conocemos muy poco sobre ellos y ellas y sobre cada una de las sociedades con las que conviven, siempre con tensiones. El malestar que suelen causar con sus demandas es una prueba de ello, como la incomprensión que provoca el permanente retorno al campo, entendido como un rechazo al progreso.
En al menos los últimos cincuenta años, se ha intentado pasar a un plano secundario los aspectos relativos al acceso y la propiedad de la tierra y de otros recursos naturales, poniendo énfasis en los medios de producción, los mercados, el capital financiero y el conocimiento. Pero resulta que todos esos factores no son suficientes para explicar el hecho jurídico concreto que asigna (quizá ya es mejor hablar de reasignación) de derechos de posesión protegidos por el Estado. Por esto, el campo legal, lo que dicen los papeles, sigue siendo importante. Siendo así, el primer aspecto sobre el que llamamos la atención es el conocimiento sobre la normativa de cada país. En los temas de propiedad y acceso, muchas veces se recurre al sentido común, que si bien está construido sobre nuestras propias historias, no es suficiente en nuestra tradición jurídica, y es necesario continuamente un brochazo de actualización.
Sin embargo, tampoco basta, y que escuchamos cada vez con más énfasis que suele haber una distancia muy grande entre lo que dicen los papeles y lo que ocurre en la práctica. En este caso, se trata de la práctica de los gobiernos y agentes políticos que establecen sus propias agendas y las implementan a través de lo que conocemos como políticas públicas, lo que consiste, parece, en mirar cuánto esfuerzo se pone para lograr un propósito desde el ámbito del Estado, cuánto dinero, institucionalidad, fuerza pública, peso jurídico y cuánta atención en los medios de comunicación y, finalmente, cómo se mide y evalúa cada uno de sus pasos. Un segundo aspecto a tomar en cuenta es entonces la compatibilidad, la consistencia, las virtudes y las intenciones propias de las prácticas de gobierno a favor o en contra de un determinado sector.
Hay que alertar, aunque parezca evidente, que la realidad siempre supera lo que se puede establecer con leyes y con la voluntad de los gobiernos. Como nos lo demuestran los resultados de la sistematización de los casos que está recogiendo el Movimiento Regional por la Tierra. Por ejemplo, si bien encontramos casos en los que la legislación y las políticas han favorecido situaciones de acceso, también encontramos muchos otros en los que son las propias familias o los grupos quienes establecen distintas estrategias de mercado, de posesión de hecho o de acuerdos locales, familiares y comunitarios, para resolver sus propias expectativas y sus necesidades. Pero en todos los casos esto significa un gran esfuerzo, muchas veces de años y décadas, mucho tesón y convencimiento.
Si bien como parte del proceso logramos conocer a los que consiguieron finalmente un pedazo de tierra o un territorio, no podemos siquiera imaginar cuántos abandonaron sus anhelos en el camino.
Eso nos lleva a un tercer aspecto, que tiene que ver con aproximarnos a conocer las demandas, cuántas personas, familias, comunidades, cooperativas y grupos étnicos se encuentran en la posibilidad de acceder, en muchos casos recomponer, sus derechos sobre tierra y territorio; una oportunidad para tomar caminos que puedan resolver sus angustias, sacarlos de los márgenes de exclusión para volverse sujetos, interactuar con un entorno natural, tomar control sobre la producción de sus alimentos, tener un espacio de complementación a sus ingresos y formas de esparcimiento, hacerse de un patrimonio individual y colectivo o cualesquiera otras razones que fueran.
Nos esforzamos por saber cuánta gente deja el campo pero, en el mismo sentido de flujo, no nos hemos concentrado suficientemente en conocer y cuantificar las iniciativas para lograr su acceso a la tierra, sabiendo que éstas son también cambiantes y responden a contextos específicamente determinados.
Por supuesto, no desconocemos los conflictos, como el avance de la agroindustria y las extractivas, las preferencias del Estado por el agro negocio, las grandes finanzas y los grandes números o las dietas baratas y homogéneas. No desconocemos tampoco el gran interés que tienen las transnacionales para invertir en derechos de acceso, el creciente valor de éstos y las utilidades reportadas por la especulación de tierras, pero consideramos oportuno, y en cierto modo un aporte a la movilización, mirar con más atención a los sectores campesinos indígenas y afrodescendientes, que también despertarán con renovadas expectativas en un contexto en el que el valor real del campo está cambiando aceleradamente.
* Fuente: Libro Base Is Tras la tierra e Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica IPDRS
Movimiento Regional por la Tierra y el Territorio
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En el Movimiento Regional por la Tierra y el Territorio promovemos dinámicas de reflexión, movilización e incidencia basadas en experiencias inspiradoras de acceso, retorno y apego a la tierra y a los territorios en toda Sudamérica. Para ello nos planteamos sistematizar mil casos que sumen voces e imágenes de personas que apuestan por el agro y promover sus esfuerzos.
Dentro del Movimiento buscamos prevenir a la sociedad acerca de la reproducción de la carga de conflictividad, pauperización y secundarización con la que se observa el campo; nos articulamos a diversas iniciativas locales; visibilizamos demandas y buenas prácticas productivas en términos de movimientos sociales; y recogemos respuestas por parte de los gobiernos y del conjunto de la sociedad.
Los sujetos del Movimiento Regional por la Tierra y el Territorio, los protagonistas, los Aliados por la tierra son campesinos, indígenas, jóvenes, mujeres, consumidores, población urbana, investigadores, activistas, políticos y profesionales de diversa naturaleza.
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